PERFILES: CARMEN ALICIA ACEVEDO

        El poder de la palabra nos mantiene proyectadas.                

    Hola soy Carmen Alicia Acevedo, nací en la vereda Boquerón del corregimiento de San Cristóbal, soy la número tres de cinco hermanas.
Crecí en medio de cultivos, potreros,caminos, inmensos bosques y muchos animales.
Con mi papá cultivábamos flores y hortalizas como coliflor, brócoli y lechuga. Nos tocaba salir muy de madrugada (a las dos de la mañana)  a cargar la chiva que transportaba  nuestros productos  a la Placita de Flórez, y a la Plaza Minorista; las dinámicas  de esa época eran diferentes a hoy,  entonces nos acostábamos a las cinco de la tarde.

Siempre me ha gustado a la música y bailar, mi talento especial es cantar, en la adolescencia tocaba la guitarra y cantaba mucho, en los paseos, en los cumpleaños, en las caminadas. en el colegio, la iglesia, en todos lados, Quería ser compositora.

Eramos toda una  tribu.
Mi abuela tuvo 28 hijos, la descendencia fue grande, ya perdí la cuenta de cuantos primos y primas somos.  En la casa de mi abuela se hacían unas fiestas impresionantes, donde había abundancia de licor y comida. La sola familia ya éramos muchos. 



En todas las casas teníamos agua de nacimiento

Nuestro territorio estaba lleno de lagunas y quebradas, recuerdo ver llegar a mi casa el agua por acequia y almacenarla luego en un tanque; hasta que llego el acueducto multi-veredal La Iguana, que es uno de los más antiguos de San Cristóbal. En el campo se cocinaba mucho con leña, las casas eran rusticas y los caminos eran senderos que conectaban a la vía principal, ( la antigua vía al mar), por allí  circulaban los buses para Santa Fe de Antioquia, Urabá, Sopetrán, y otros pueblos y ciudades, Fue una vía muy importante a nivel nacional. Muchas personas de San José y Boquerón aprovechaban esa afluencia para montar su negocios a los lados de la vía. Había estaderos, ventas de fritos, legumbres y fruta.

San José de la Montaña tenía una sola escuelita, que era casi la escuela de la familia. Allí estudie la primaria. Luego iniciamos el bachillerato en el Liceo San Cristóbal un grupo de primos, primas, amigos y amigas.
Mi papá siempre nos apoyó en el estudio, éramos cinco mujeres y el hacia lo que fuera para que estudiáramos, para proveernos los pasajes y todo lo necesario; solo que nosotras no lo supimos aprovechar. Yo por ejemplo  abandone el colegio en grado noveno. Me aburría mucho madrugar y el tema tan dificil del transporte.

                                 Museo de las flores de San Cristóbal, foto: Martha Elena L.

 Me retiré del Liceo y empecé a trabajar en  una empresa que exportaba flores, salían directamente del invernadero al aeropuerto; era un trabajo minucioso bajo la supervisión de un agrónomo.
 Allí inicio mi aprendizaje de  las flores y sus especies.

Estaba generando mis ingresos, pero  era necesario  estudiar, e ingrese a escuela de belleza Mariella, trabaje un tiempo arreglando uñas y cabellos, hasta que  me di cuenta que no era lo mío, no me sentía identificada.


Tenia entonces 18 años y, un tío me decía: ¿Usted es que se piensa quedar solterona?, nos metían en la cabeza que nos teníamos que casar rápidito. empezó la presión familiar, entonces a los 19 años me conseguí un novio y me casé a los 21.


Ya la vida era diferente, empezó mi vida de pareja. Nos fuimos a vivir cerca de mi suegra y eso es un tanto complicado. Me sentía como atrapada, sometida a un espacio muy reducido.
A los dos años de matrimonio nació Jerónimo, luego llegó Felipe. tengo dos hijos.
Fuimos como familia de un lado para otro, hasta que mi papá me dejo un trozo de tierra como herencia y construimos mi casa.
Seguí estudiando, pese a la oposición de mi esposo, él decía que para que estudiar, ¿para cuidar hijos? eso no hace falta.

Terminé mis estudios secundarios a la par que estudiaba una técnica en Gestión Ambiental, fue allí donde me enamore más del campo. Es un estudio muy bonito, porque tiene que ver con el equilibrio del campo, de los animales, de las plantas y de la finca como un sistema,  aprendí también el papel de la mujer en el campo como esposa y madre en una finca, como cuidadora de animales, como guardiana de la producción y custodia de semillas. Todo eso me apasiono.

Me hice consciente de la belleza del campo, pese a que había nacido en el, no valoraba el hecho de ser campesina y que me denominaran así nunca me gustó, me sentía estigmatizada, dado que algunas personas nos nombran con palabras descalificantes, como que ser campesino fuese sinónimo de ignorancia.


La Técnica en Agroecología, era un sueño que yo tenía, estudiarla me hizo recuperar la identidad, volver a mis raíces, me hizo recobrar mi identidad.

Empecé a trabajar el tema de seguridad alimentaria, producción agroecológica, inicio asi mismo con procesos en grupos de mujeres como por ejemplo en la asociación de mujeres campesinas Siemprevivas.

En el 2007 me asignanla labor de  llevar talleres a veredas, a grupos de mujeres.

 Luego con la secretaría de las mujeres trabajé como co-gestora, apoyando talleres en muchas comunas de la ciudad de Medellín.



Trabeje tambien como re-editora en en los programas de comunicación de la Secretaria de las Mujeres, sensibilizando a las mujeres en el tema de violencias y resignificación de derechos.
Fue todo este proceso  el que me llevo a tomar decisiones en mi vida, pude conocerme y entender que mi matrimonio era un caos. Tome entonces  la decisión de separarme y reconocer que uno de mis derechos era tener una vida libre de violencias como mujer. 


Empecé a valorarme y a entender que la figura masculina no tiene que ser una necesidad para nosotras como mujeres; que en el camino nos encontramos múltiples acompañamientos. Tampoco la figura masculina es un complemento.
Nosotras como mujeres somos totalmente integrales. Nos metieron en la cabeza que la media naranja, que el príncipe azul, un poco de términos que nos han hecho tanto daño.
Hay que aterrizar, dejar de lado las fantasías.
Ahora soy una mujere abierta a los cambios transformadores, en lo físico, en lo personal, en todo.


En el año 2015 La Alcaldía de Medellín y la Secretaría de las Mujeres, me hicieron un reconocimiento por mi labor, otorgándome la medalla al mérito femenino, versión Plata.
Ahora estoy en la universidad y me visualizo como una profesional que ha cualificado los procesos comunitarios que he llevado. 
Sin duda el poder de la palabra nos mantiene proyectadas.
¡Ahora voy a la certeza de lo que se, hay que dejar fluir el alma! 

                                                                                                                   Foto: Martha Elena L
Me veo a futuro como la líder comunitaria a nivel nacional e internacional, gestionando para las comunidades.
Me gustaría asimismo escribir, desde mi experiencia de vida desde la otra mirada que hoy tengo como mujer, poder plasmar en un libro todo lo que siento, lo que he vivido, el ser, el encuentro conmigo misma.



Este es el resultado de mi palabreo con Carmen Acevedo, en el parque del corregimiento San Cristóbal, al calor de dos "añejitos", en una tarde lluviosa  y muy  fria.

 Eran las cinco de la tarde y yo miraba tus ojos  verde-azules y transparentes como tu alma.
 !Gracias hermosa dama por abrirnos tu corazón!
Con amor. Elena L.

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