DÍA DE FIESTA
DÍA DE FIESTA
Aquel día era de fiesta
Se había puesto incluso la camiseta china verde limón
reservada solo para los domingos
Pero no era domingo.
Era un día cualquiera.
Eran las tres de la tarde, no habían inflado globos, ni colgado serpentinas, no llegaban invitados era una fiesta privada. Solo para ella.
No llovía. No circulaba la brisa.
El tiempo parecía detenerse pese a que las agujas del reloj
enloquecían de prisa.
Cada detalle cuidado con lentitud él se lo había enseñado
La palabra y la razón sin ninguna explicación.
Fueron largas noches con sus días fingiendo las alegrías.
El gran juez y señor presidía la reunión
Dieciséis pares de
ojos lo miraban fingiendo concentración. Aprobando y aplaudiendo su gran elocuencia y sabiduría
Ser magnánimo a lo sumo, nunca los enviaba al patio si un
aguacero caía.
Tampoco les prohibía arroparse con cuidado después de tres
días de trasnocho escuchando su sentencia
Las baldosas se hicieron mundos La sala un gran universo. Su
universo. Allí, en los protegía entrenaba su legión.
La brillante cocina, las sabanas descoloridas, un botón
flojo hay que pegarlo.
Allí no se piensa.
No se habla.
Solo se respira.
Respiraba lento. Orinaba lento. Una fórmula mágica que ella se
inventó de llorar por la vagina para que su boca sonría
Que no se entere el gran señor que te cabalga un dolor.
Que estás pensando- le preguntaba-respirandole en el cuello.
Ella como una hoja desnuda al viento temblaba.
Nada. - respondía-
Un epitafio le sugirió para poner en su lápida
“Aquí yace la mujer
que no sabía nada”
La mujer que no sabía nada
preparaba la sopa con lágrimas
Extendía las sabanas al sol, aireaba la humillación
Se arrastraba bajito, casi diría: reptaba.
En las noches silenciosas se deslizaba sigilosa al enrejado balcón.
Y Gritaba en su interior! Dios ayúdame por favor!
Tejía sueños azules,
Las venas eran la trama y la urdimbre las cadenas.
Su mirada siempre rabiosa vigilándola desde el sofá, sobre
la cama.
Aquel día el tirano dio un suspiro que la lanzo a lo
desconocido
SI. Aquel día era de fiesta. Su fiesta.
Había logrado sustraer
un juego de llaves
Abrió la puerta,
luego la reja, subió las escalas
Una, dos, tres...Hasta llegar al farolito que marcaba la
frontera.
Se le fue instalando en el corazón una lluvia de estrellas.
Canto la amarga canción de los que cargan arena en el alma
¡Fueron veinte un siglos. Aunque solo parecieran años!
¡ Si. Aquel día era de fiesta!
Martha Elena L.
2014
2014
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